Feeling hot, hot, hot!
- Giselle Sánchez Casanova
- Apr 12, 2020
- 6 min read
Updated: Apr 20, 2020
Dedicado a dos grandes jefes,
David R. Levis y Luis Rául Padilla,
a los caules agradezco infinitamente
el nunca haberme mandado pal carajo.
Pues resulta que por muchos años de mi vida, recién graduada y repleta de mucha energía, yo fui toda una ejecutiva, una jefecita. Vestía con ropa apropiada, y hasta tacos me ponía, dejando a un lado la felicidad que me causaba el vestir como tráfala. Y fué esa etapa profesional la que me hizo reconocer que estaba bregando bastante "cool" manifestándome y emprendiendo en mi carrera, con la seriedad y compromiso que esto conlleva, y con las dificultades sin diagnosticar de las cuales padecía. Y digo esto porque yo era lo suficientemente inquieta y desenfocada durante mis días de estudios universitarios, como para vizualizar que mi futuro tuviese algún tipo de brillo, y lo que se vislumbraba en su contraparte era uno incierto y nebuloso, pero para mi sorpresa, logré terminar mi bachillerato de la UPR con un minor en Manejo de Barras.
Para mi gerenación X, la fiebre del ADHD y su diagnóstico, no era tan "trendy" por lo que mis dificultades las pasé a capela, y el milagro se manifiestó cuando con todo y el desbalance en la dopamina de mi complicado cerebro, me mantuve viva y a salvo por 15 años en la banca hipotecaria. Respiré hipotecas en las vacas chubbies y en los tiempos de sequía y luego de esta experiencia laboral, y de un "rule out ladilla" que dió negativo, fue que me resigné a vivir junto con las hormigas que habitan en mi culo por el resto de mis días.
Pero... no todo era color de rosas sentadita por mas de 8 horas en mi escritorio. Doña Ansiedad atacaba y uno de mis medicamentos naturales para pasar un rato llevadero con doña An, era ofrecerle comida para tranquilizarla. Y eran unos munchies a eso de las 3:00 pm tan chéveres, que se pudiesen comparar con los que ocaciona la mitad de un gummie de THC, intensos, insaciables. Entonces, llegó aquella tarde, hundida en expedientes de clientes, que emocionada recordé que había un "popcorn" en la cocina para hacer. Eso si que era un ansiolítico!!!
En aquel momento dirigía el grupo de mercadeo de Reliable Mortgage, que en paz descance. Sí, estuve en los últimos suspiros de par de excelentes bancos de la época, experiencia que me hizo "resiliente" (palabra mona del momento #yanoesciertamente). Bueno, pero volviendo al popcorn (este desvío en la conversacion comprueba el ADD que les conté), me dirigí como un canguro brincando hacia la cocina y metí mi paquetito en el microhondas con el "this side up" donde correspondía, evidencia de que había leido las instrucciones, y me fui con una sonricita nuevamente a poner el fundillo en mi silla para seguir contabilizando los cierres del mes. Todo era bello! Tan bello, que me volví a sumergir en los "files" y olvidé el valioso paquete de palomitas de maiz que había puesto a hacer hacia como 20 minutos atrás en mi altar.
Entonces, de momento, algo insperado acontecía. Había humo que se expandía por todos los cubiculos y comenzó a sonar la alarma de fuego de aquel estóico edificio en Montehiedra. Era desgarrador el ruido de la sirena. Mis niños de mercadeo se afligían y mi valiente jefe, lideró las instrucciones de desalojo. "Hay fuego, desalojen el edificio, por la escalera". A su vez, todas las oficinas del edificio como de 10 pisos, desalojaban a los empleados, y estos todos llegaban a la parte de abajo, a un redondel colindante con la Avenida Los Romeros. Al ser una de las últimas en desalojar, me percato desde mi ventana en el segundo piso que todas las miradas de aquel centenar de humanos que habían logrado salvar sus vidas, miraban hacia el mismo piso dos, mi segundo hogar. Aquellos ojos de espanto me hacían concluir que el fuego era originario de ese mismo piso! Fue entonces en aquel momento de incertidumbre que reapareció a mi vida nuevamente Mr. Ups.
Mr. Ups es un tipo que vive en un rinconcito, encuevao, más o menos detrás de mi oreja derecha. Padece de fobia social y solo en momentos de peligro, sale a la calle y me brinda conversación. Es un tipo de pocas palabras, creador del concepto "distanciamiento social" y aparte de saber articular su nombre, Ups, su vocabulario es limitado (OO, EHA RAYO, AY, NOO).
Con él, tengo un "love and hate relationship" porque aunque a veces siento que lo único que se limita a hacer es ocupar un espacio dentro de mi cuerpo que podría ser aprovechado por alguien más carismático, pues hay que reconocer que el tipo salva vidas. Y ese día en particular, Mr. Ups, logró decir su primera palabrita completa y hasta la utilización de un artículo incluyó para expresarla...
"el popcorn, el popcorn" - dijo Mr. Ups
Fue entonces que como película en "rewind", las imágenes en mis recuerdos llegaron al momento del "this side up". Entonces, en un acto de impulsividad y violando todo el protocolo de seguridad "as usual", me dirigí corriendo a mi capilla, La Sagrada Cocina. Me iba adentrando al humo tapándome la gran nariz de presentá que me regaló el Big Bang y presencié lo que tanto temía... el microhondas había explotado el popcorn por más de 20 minutos y se había estallado a su vez él mismo! No aguantó presión el pobre.
Qué alegría saber que el causante del fuego, solo había sido un popcorn extra crispy y que estaríamos a salvo porque ya el microhondas se había suicidado al no poder quemar nada más. Estaba tan feliz de que el fuego no hubiera sido ocasionado por un acto terrorista de algún cliente que se había enterado de un aumento de interes en su préstamo, o peor aún, un corto circuito de mi lóbulo temporal inferior a plena luz del fin de mes.
Qué pasó?, pues pasa que el Mr. Ups ese, estaba parece que lucío ese día y se tiró una carcajada súper burlona. Se estaba riendo de mi! Y fue en ese momento que realicé mi patética realidad... cómo iba a explicar a cientos de desalojados de sus oficinas que se encontraban en la calle resguardando sus vidas, que volvieran a sus puestos y que el causante de la quema de la cocina del piso dos había sido mi "snack" de las tres de la tarde? Que la única responsable de poner sus vidas en riesgo había sido yo que con guille de Daenerys, convertí palomas de maiz en dragones desendientes de Rhaegal, Viserion y Drogon.
Pues con carita de lechuga, fui a donde mi jefe, gran ser humano lleno de paciencia y responsable de mi contratación y que gracias a su inteligencia emocional, asumió el rol de escuchar mis pasiones, perretas, tantrums y hasta se chupó mis hormonas durante el periodo de gestación de mi hijo, similares a un party Rave, y le chotié que por culpa del popcorn, habíamos pasado todo este sin sabor y que avisara a las masas que volvieran a sus puestos, que quedaba todavía dia pa' producir y que un formidable olor a cine, motivaría a todos a echar el resto en nuestro hermoso fin de mes (con una sonrisa estática en mi boquita de yo no fui).
Cuenta la leyenda urbana que luego de ese insidente, todos miraban con disgusto y burla y susurraban entre ellos sobre mi desbalance químico y emocional. Se rumoraba también que a otros les era incómodo entrar conmigo al mismo elvador, luego de haber visto lo que quedó de la cocina del segundo piso. Muchas se iban corriendo del baño al yo entrar y decían las malas lenguas que era por miedo a que yo desbordara los inodoro y murieran ahogadas. Como si yo fuese capaz de desbordar un inodoro, que blasfemia verdad, Luisito?
La realidad es que yo nunca hice caso a los rumores ni interpreté de manera negativa hacia "misma" las reacciones a mi alrededor. Por el contrario, yo me dejé llevar por mi "gut feeling" que es el más saludable y alimentadito que tengo. Este me hacia razonar logicamente y entender, no dejando de ser humilde, que esas miradas de la gente eran de admiración y lo que murmuraban entre ellos era sobre lo valiente que había sido al entrar a través de humo y llamas para descubrir el causante del peligroso incendio. Gracias a mí, desciframos el misterio. Y cuando me dejaban sola en el elevador era un símbolo de respeto, era darle el espacio que se merecía a una nueva martir en tiempos modernos.
Pero de todos estos actos que elevaban mi espíritu de lucha, el más emotivo era la estampida que salía del baño cuando yo entraba. Ese acto de sacrificio por parte de las colegas y de la fuerza laboral femenina, las cuales acortaban su estadia para mirarse en el espejo y aguantaban sus necesidades biólogicas con tal que yo puediera cagar feliz y en armonía conmigo misma, esto señores, si que es un homenaje a mi persona que va más allå de lo que consideraría ser merecedora. Simpre agradecida del reconicimiento indirecto que me daban, llevaré aquel recuerdo de aquella condescendencia con mucho respeto y orgullo por el resto de mis días (y mi culito también), y con el mismo orgullo que llevo, el haber salvado a la Avenida Los Romeros y aledaños, de haberse convertido en La Pompeya del siglo XXI.
PD: Modestia aparte
Tan Tan

Tan Tan...